Imágenes fijas, gente que se mueve

(Artículo de Silvia Hernando aparecido el 26/03/2014 en www.infolibre.es)

El libro fotográfico de Carlos Roca ‘En la calle’ plantea un relato en imágenes de las protestas que han definido el decurso de los últimos tres años. Alejadas de las siglas, las instantáneas narran una historia escrita por personas unidas por la causa de la justicia social.

Desde aquellas jornadas históricas de mayo de 2011, las que impulsaron el despertar de una sociedad entumecida por los muchos palos, han transcurrido poco más de un millar de días….y decenas de miles de protestas. En los diez primeros meses de 2012, 36.232 en toda España. En
2013, unas 4.000 solo en Madrid. Como “espejo” de lo que está ocurriendo en todos los rincones de este país, al fotógrafo Carlos Roca no le ha hecho falta salir de la capital para componer un relato en imágenes del malestar y la lucha que han definido, definen y –muy previsiblemente-,
definirán el devenir cotidiano de millones de personas.

Iniciado en aquella Puerta del Sol coronada -¿recuerdan?- por una efigie de la actriz Paz Vega que fue acumulando ingeniosos lemas, su recorrido fotográfico se prolonga hasta el pasado mes de febrero, con las protestas contra la ley del aborto de Gallardón. En honor a la esencia que las
ha marcado, Roca ha condensado varias decenas de las más de 2.000 instantáneas tomadas en estos años bajo el título En la calle (Editorial Alamanda), un libro que se acompaña de varios textos y un prólogo de Isaac Rosa. La publicación, que se presentará este 1 de abril en el Teatro
del Barrio en un acto en el que intervendrán la escritora Belén Gopegui y el fotógrafo Fernando Madariaga, tendrá también vida como exposición, a partir de esa fecha en la misma sala madrileña.“Todo empezó a raíz de Sol. Yo era un ciudadano normal, con mis inquietudes, y me acerqué con una mirada de voyeur, porque me daba cuenta de que aquello era un hecho histórico, con sus luces y sus sombras”, recuerda el fotógrafo, que desde hace más de dos décadas se dedica profesionalmente a las imágenes arquitectónicas y urbanísticas. “Cuando el PP ganó las elecciones y empezó con la batería de brutalidades que están perpetrando, empecé a participar en las movilizaciones, y entonces pensé: ‘Eres fotógrafo, lo suyo es que empieces a recoger esto con criterio”.

La pauta es sencilla. Se trata de dar protagonismo a las personas. Y a las causas. Por ejemplo, no hay rastro de las marchas de la JMJ. O de las manifestaciones provida. “Bastante soporte tienen en los medios, yo no voy a colaborar con gente mala”, dice Roca, que subraya que el libro queda
lejos de la idea de neutralidad. “Es mi forma de aportar a la resistencia y la decencia. Mis simpatías están claras”.

Del 15-M, las páginas –que Rosa, el prologuista, recomienda pasar “a cámara rápida” para así crear una “ilusión óptica en movimiento”- fluyen al son de las marchas de las mareas verde y blanca, gritan de rabia tras desatarse el escándalo de los papeles de Bárcenas, caminan junto a los estudiantes que ven en juego su futuro, documentan las pequeñas grandes victorias de los activistas antidesahucios… “Solo hay una ausencia importante: la marcha de los mineros, que tuvo un carácter emblemático”, puntualiza. “pero justo esos meses, yo estuve accidentado”.

El “mucho tiempo libre” que Roca ha tenido en este tiempo en el que ha visto caer como piezas de dominó muchos de los estudios de arquitectura para los que trabajaba, le ha permitido participar -y fotografiar- decenas de manifestaciones. Como testigo directo, ha visto evolucionar los
movimientos sociales “con picos, como una especie de diente de sierra”. “Hay procesos de mucha ilusión y mucha fuerza, pero es difícil mantener la intensidad”.

En su libro queda reflejado ese impulso común en positivo, alejado de adscripciones a partidos o sindicatos, a excepción de dos imágenes en las que pueden verse las enseñas anarquista y comunista, tomadas como símbolo. “No hay siglas: quería hacer hincapié en la gente normal”. Con
todas las imágenes en blanco y negro, impresas en un papel de textura gruesa y con una fuente que recuerda a tiempos pasados, el libro quiere ser también una especie de guiño a los antiguos panfletos antifranquistas de los años setenta. “Es un libro reivindicativo”, resume el fotógrafo, “un
homenaje a la gente que, desafiando las dificultades, ha tenido el valor de ponerse a la pelea”.

 

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